Según un testigo presencial, el OVNI bajó "como un ladrillo encendido" hacia las 15.17. "Se escuchó un ¡Boom! y al girar, vi ese objeto metálico, redondo, con luces que cambiaban de color y… Bueno, vos sabés cómo son los tandilenses cuando ven algo brillante", relató entre risas.

Antes de que las autoridades pudieran acordonar el área, decenas de vecinos hicieron fila de caravana, se adentraron en el perímetro y empezaron a desarmar pieza por pieza el extraño aparato.

"Me llevé un botón que decía 'No apretar'", confesó uno de los primeros en llegar, que ya planea exhibirlo en su living junto a la colección de imanes de heladera. Otro, orgulloso con un tornillo con inscripciones alienígenas, afirmó: "Esto va a dar un lindo souvenir para el asado del domingo".

Una influencer local y autoproclamada experta en fenómenos paranormales, llegó con su celular grabando en vivo: "No sé si vinieron en son de paz, pero lo cierto es que acá no dejamos ni las migas. ¡Tandil siempre gana!".

El comisario local, tras recorrer la zona, confirmó que no hay restos: ni rastro de "swiss cheese technology", ni memoria USB intergaláctica... ¡Ni un simple destornillador! "Están a salvo", bromeó, "pero los vamos a denunciar igual por hurto de chatarra espacial".

Con este episodio digno de película de serie B, Tandil no sólo se convierte en la capital argentina del turismo extraterrestre…

Sino también en la meca del trueque de chatarra alienígena. ¡El próximo OVNI que aterrice que se cuide, porque acá los esperan con bolsas y bolsillos bien listos!