La insólita medida tendría un objetivo claro: evitar que alguna aparición suya (con o sin corbata) perjudique la campaña de Diego Santilli, el mimado libertario en proceso de blanqueo.

“Cada vez que Espert habla, sube el riesgo país y baja un punto Santilli”, habría bromeado un asesor de Balcarce 50, entre risas nerviosas y gráficos de encuestas.

Desde hace semanas, el economista libertario no da señales de vida. Algunos dicen que fue visto con una linterna y una calculadora solar en una cueva de Tandil; otros aseguran que se refugió en una mina abandonada del sur bonaerense, con una radio de onda corta y un ejemplar subrayado de Camino de servidumbre.

“Está bien, está leyendo a Friedrich Hayek y haciendo introspección. Volverá cuando el mercado lo disponga”, deslizó con ironía un funcionario del entorno de Karina Milei, mientras acomodaba una carpeta rotulada “Operativo Silencio Fiscal”.

En tanto, allegados a Diego Santilli prefirieron no opinar sobre el tema, aunque una fuente cercana al “Colorado” confesó: “Si con mantenerlo callado ganamos un par de puntos, que lo dejen en la cueva hasta el 2027”.

El misterio crece. Algunos periodistas libertarios incluso especulan con que Espert podría estar transmitiendo señales de humo con fórmulas impositivas desde su escondite, intentando avisar que sigue vivo políticamente. Pero en el cuartel central de Milei nadie quiere confirmar ni desmentir nada.

Por lo pronto, el silencio de Espert parece ser la estrategia más efectiva que haya tenido en toda su carrera política.