Según trascendió, la artista había montado un consultorio donde recetaba abrazos, risas y alguna que otra cosquilla "para curar el alma", pero sin la correspondiente matrícula profesional.

El operativo, que sorprendió incluso a los agentes policiales, culminó con el secuestro de estetoscopios de juguete, narices rojas, pomos de burbujas terapéuticas y un arsenal de recetas escritas en colores y brillantina.

"Le recetó tres cosquillas y una carcajada a mi marido, pero siguió con dolor de espalda", declaró indignada una paciente que asistió en busca de alivio.

Fuentes extraoficiales señalaron que Filomena habría adquirido su pasión por la medicina durante la pandemia, cuando su carrera artística se volcó a las redes y su consultorio improvisado ganó popularidad entre vecinos que preferían "una sonrisa antes que una aspirina".

Por el momento, la payasa enfrenta cargos por ejercicio ilegal de la medicina, aunque su abogado confía en que la causa se resuelva "con un poco de humor y una gran dosis de empatía".

Mientras tanto, los pacientes afectados aseguran que, si bien la cura no llegó, al menos salieron del consultorio un poco más felices.