Lilita, el pernil y la siesta preelectoral: crónica de un festejo adelantado que salió mal

A primera hora del lunes, Elisa “Lilita” Carrió salió literalmente a la calle como quien va al quiosco por el diario: a comerse un pernil.
Según la versión, que circuló entre allegados y militantes con hambre de chisme, la veterana dirigente había decidido celebrar “de mañana” lo que ya imaginaba como un triunfo propio (luego de que La Libertad Avanza cosechara un resultado fuerte en la provincia) y terminó optando por una solución gastronómica para sobrellevar la sorpresa.
Carrió tiene 20 custodios y 2 coches... todo pago con impuestos. Encima la causa por la que supuestamente los tiene no prosperó; todo eso pago con IMPUESTOS.
— Lilia Lemoine 🍋 (@lilialemoine) December 2, 2024
Ahora... los ingresos de Lilita justifican su estilo de vida? DE QUÉ VIVE?
No es tan diferente de Cristina en eso... pic.twitter.com/zHNqZBWX4j
Los números de la jornada confirman que la elección bonaerense no fue exactamente el bocadito que esperaba el oficialismo: el peronismo se impuso con alrededor del 47 por ciento mientras que La Libertad Avanza quedó en segundo lugar con aproximadamente 33,7.
El resultado fue leído por analistas como un revés político para el presidente Javier Milei y su espacio.
En la escena (tal como la recuerdan los vecinos con algo de sorna) Lilita habría irrumpido en una rotisería cercana, miró el mostrador con determinación y dijo (entre risas de los presentes): “Traeme el pernil más grande que tengan, que hoy toca consuelo”.
Se la vio devorando con apetito deportivo, como quien entiende que la política también necesita azúcar, sal y grasa para seguir.
La anécdota (que ya circula por WhatsApp y guardias de periodistas) sirvió para cortar la tensión: mientras algunos celebraban, otros buscaban la razón de la derrota, y varios aportaron la teoría del “pernil preventivo”, esa vieja receta de la política argentina que combina improvisación, hambre y teatro.