VIDEO | La poronga económica de Sergio Massa: crónica de un "plan" que vino, vio y no convenció

En un país donde los remiendos a veces se venden como planes, la gestión económica del último Gobierno aseguró un lugar en la historia política… Aunque no necesariamente por los motivos que prometieron en la conferencia de prensa.
Lo que llegó como “orden fiscal y acumulación de reservas” terminó pareciendo más a una caja de herramientas con demasiadas tiritas: medidas rápidas, comunicados esperanzadores y un saldo que la gente percibió en su bolsillo.
"Durísimo":
— Tendencias (@TTendenciaX) September 3, 2025
Porque Sergio Massa asistió a un evento de Kicillof y no dejaba de rascarse la nariz, lo que generó sospechas.pic.twitter.com/Vs6hSdv3Yx
El menú de soluciones incluyó clásicos del rescate exprés: varios “dólar soja” para intentar traer divisas a la carrera, controles de precios con vocación de parche, y una apuesta por segmentar los subsidios para que el ajuste pareciera quirúrgico.
Funcionaron como paliativos momentáneos: generaron titulares, algo de ingreso por liquidaciones y unas cuantas fotos, pero no alcanzaron para tapar el agujero detrás del escenario. Si la economía fuera una obra de teatro, estas medidas habrían sido el telón que se baja para disimular la falta de actores.
El resultado no fue precisamente glamoroso: inflación que siguió galopando, reservas que se achicaron y una pobreza que dejó marcas visibles en barrios y changarines.
En los balances cotidianos, esa suma de “parches” quedó traducida en precios que suben y salarios que corren desde atrás; para muchos ciudadanos la gestión fue (en términos crudos y sinceros) una poronga que prometía orden y dejó líos.
Si la economía tuviera una biografía, este capítulo sería uno de esos en que el prólogo promete y el epílogo pide disculpas.
Cierre (para reír o para llorar, según la sensibilidad): hubo medidas con nombre rimbombante, voceros optimistas y un par de flashazos mediáticos.
Pero cuando la factura llegó a la mesa, muchos concluyeron que, más que un plan, fue una sucesión de buenas intenciones mal atadas, y la poronga, en el lenguaje de la calle, lo resume mejor que cualquier comunicado oficial.
¿Cambio de tono o cambio de estrategia? Esa pregunta queda para la próxima tanda de promesas.